Este título habrá llevado al espectador a la idea de que va a leer un texto sobre la república. No se halla equivocado en esto, sólo en la cantidad. Esto no pretende ser un escrito sino una serie de escritos. Un gran resúmen de lo que fue el gran período histórico del siglo XX en España, junto a la guerra civil.
Ningunos acontecimientos están tanto en la boca de periodistas, ningunos fueron tan relevantes para el devenir actual, ningunos tuvieron tanta influencia en la política actual ni dieron tanto de que hablar que la República y la Guerra Civil.
Se que es poco ortodoxo hablar en un blog de temas tan serios y que requieren tanta investigación como la Historia, no obstante, he intentado elaborar las presentes exposiciones lo mejor que he podido.
Ésto, advierto, no es óbice para que mis intenciones, en un principio, no sean hacer un resumen para los estudiantes de selectividad, y advierto, sólo se podrían tomar para tales propósitos adaptándolos al temario exigido en tales exámenes y eliminando todas las digresiones de dudosa objetividad (aunque yo crea ciertas) con las que ciertos examinadores no pueden estar muy de acuerdo y que pueden empañar incluso, el trabajo del examinando.
En cuanto al órden serán varias páginas, varios artículos, dispuestos cronológicamente con los que se pretende abordar éste interesante tema, comenzando con una introducción con la que acompaño este prefacio:
Andando el tiempo cuando el estrépito y el estrago sean confusas memorias, quizá haya alguna persona inteligente para decir que yo tenía razón, si se produce el fenómeno de que mis opiniones sean conocidas. Para entonces ya se habrá obtenido la resultante de este choque y también se habrá hecho el descubrimiento de que hemos dado un rodeo pavoroso, para obtener lo que estaba al alcance de la mano. Y que nos hemos degollado y arruinado estúpidamente.
Así empieza un fragmento de un discurso del excelso y magnífico político de la España republicana Don Juan Manuel Azaña, conocido por ser el más representativo líder no sólo de la nación durante la república sino por constituir el gran paradigma de una ideología novedosa y muy avanzada, pudiendo definirse incluso semánticamente dentro del anacronismo político, de la que se benefició España en aquellos tiempos de dictaduras y entreguerras.
Tiempos donde el socialismo había dejado de convertirse en una utopía para alcanzar el estatus de ideología en boga, e incluso, según algunos, ideología del futuro, que “llegaría a desterrar”, teóricamente el capitalismo, como ya habían anunciado décadas antes Carlos Marx y Federico Engels.
En España el “nuevo auge” del socialismo y las ideologías de izquierda cristalizaron en la derrota del dictador Primo de Rivera y la llegada de la república. Un régimen que, excepto por el breve período de riego, y, algunos ecos que llegaban de Francia, país que representaba la modernidad y el progreso social, era totalmente desconocido aquí.
Un período que, debidamente estudiado, nos puede desgranar las causas, porqués y dilemas de la historia moderna de España, desde el Franquismo hasta hoy mismo, es decir, el tercer milenio.
Es bien conocido entre la gente que ha tenido la suerte de estudiar Historia que una amplísima parte de los conflictos socio-políticos que recogen los diarios actuales ya suponían un quebradero de cabeza para los ciudadanos y gobernadores de la Segunda República Española. Es imposible solucionar los problemas de la España actual sin tener una gran base cognitiva de lo que fue este período histórico.
La república, tuvo unos inicios, que correspondieron, al gobierno de Alcalá Zamora, mandato durante el cual se acometieron diversas cuestiones, entre ellas la económica, la agraria o la educativa. El estilo del nuevo gobierno exasperó los ánimos de una iglesia y un sector conservador que ya venía anunciando desde el 31 que no dudaría en poner en práctica todas las medidas posibles si el “comunismo” llegaba, llegando a sufrir incluso paranoias defendidas, para estupor de los moderados, por historiadores actuales como Pío Moa o Ricardo de la Cierva.
No influyó decisivamente el comunismo en las decisiones políticas, durante los años de mandato republicano, dentro de los cuales fue ganando peso, poco a poco la figura del ya citado Azaña.
A partir de 1931 se continuaron las reformas y se pusieron en práctica algunas aprobadas durante ese año, cobrando gran importancia los primeros doce meses. Azaña impulsó las reformas y fue convirtiéndolas en realidad al ritmo que le permitió la derecha. Y al mismo tiempo se ganó grandes enemigos, tanto en la izquierda radical, por su “lentitud” y “parsimonia” como en la derecha por su “izquierdismo radical” y “apoyo al comunismo”.
Estas erróneas creencias (que ya se han citado) de algunos sectores de la derecha, llevaron a una serie de líderes militares, religiosos y políticos a conspirar contra el gobierno que saldría de las elecciones del 36, las cuales, después de dos años de liderato derechista (bienio conservador o negro), serían ampliamente vencidas por la izquierda.
Realmente, no se puede acusar a la extrema derecha del momento de incumplir sus amenazas ya que, en cuanto hubo oportunidad pasó al ataque.
En pleno 1936 y en un clima de inestabilidad e inseguridad ciudadana, un grupo de militares protagonizó una insurrección en Marruecos que se extendió a todo el territorio español. La república entonces, desesperada ante la deriva de las circunstancias, tomó las armas para defenderse, como ya lo habían hecho los anarquistas y los comunistas. Fue entonces cuando se inició una guerra de tres años con cientos de miles de muertos, de la que España tardaría en recuperarse decenios.
La república fue un símbolo de reivindicaciones sociales conseguidas, y de democracia efectiva. En este sentido nos conviene recuperarla, junto a todo lo referente a la ideología libertaria, el progresismo y el republicanismo social “Robespierreano”.
Por otra parte fue una etapa de confrontación y división donde no se supo gestionar las emociones contenidas ni el odio intrínseco a la “miserable” condición humana, los cuales condujeron a una cruenta guerra.
Debemos quedarnos con lo bueno, y más, si pretendemos su restauración en un período cercano. La nueva república llegará de las grandes ventajas y avances de la Segunda, pero también del aprendizaje de los errores de la misma. Llegará de este modo o se irá, y probablemente, por la misma puerta que su predecesora.
Los presentes textos no pretenden ser un manual histórico. Ni me otorgo la condición de historiador (ni siquera de investigador o profesional) ni me creo en posesión de la verdad, simplemente pretendo introducir al lector que no ha tenido tiempo para documentarse en un viaje hacia un acontecimiento histórico del que habla todo el mundo y que es imprescindible conocer, incluso para entender el periódico de la mañana.