"La cadena parece sencilla, los primeros encargan la producción a los segundos, que son naciones donde los derechos laborales no existen, y donde, por tanto, la producción es más barata, y éstos se encargan de distribuirlo por las tiendas de sus territorios. No sería ésto algo contra lo que levantar la voz si no fuera por una serie de características que hacen que se haya convertido en un fenómeno peligroso:"
"No deberíamos estar buscando héroes, deberíamos estar buscando buenas ideas" Noam Chomsky.
He aprovechado éste título, procedente de un libro de Avram Noam Chomsky y Heinz Dieterich Steffan, para hablar de la llamada "globalización" y de sus consecuencias en el terreno económico.
No podría tratar éstas eclécticas cuestiones sin definir primero "globalización". Cuando se nos explica la globalización, se pone de relieve otra palabra, que quizá, se entienda un poco más, la "interacción", osease la interdependencia de los distintos estados del planeta.
La globalización sigue un esquema vertical de poderes, primero están las empresas, identificadas con el primer mundo, y después, lo que se llama desde Bandung "tercer mundo", es decir países, predominantemente, del hemisferio sur no llamados a combatir ni por EEUU ni por la URSS con ansias de independencia y desarrollo.
La cadena parece sencilla, los primeros encargan la producción a los segundos, que son naciones donde los derechos laborales no existen, y donde, por tanto, la producción es más barata, y éstos se encargan de distribuirlo por las tiendas de sus territorios. No sería ésto algo contra lo que levantar la voz si no fuera por una serie de características que hacen que se haya convertido en un fenómeno peligroso:
En primer lugar, las condiciones bajo las que laboran los trabajadores del tercer mundo son infrahumanas, jornadas de 12 horas, sueldos de subsistencia, (en ocasiones ni llegan) derechos sociales como la sanidad nulos, trabajo infantil (Nike sigue empleando a niños de 14 años en sus fábricas etc etc
En segundo lugar, su trabajo puede llegar a ser nuestro desempleo. Se ha hecho moneda común un fenómeno llamado "deslocalización", que, como bien sabrá, consiste en que las fábricas occidentales, se trasladen al tercer mundo para conseguir ventajas económicas y competitividad.
En tercer lugar las pésimas condiciones sociales y laborales de los países "pobres" pueden hacer que sus habitantes emigren masivamente hacia el primer mundo, muchas veces de manera ilegal, multiplicando los problemas en el mundo desarrollado.
Por último, y no menos importante, la globalización lleva consigo impepinablemente un proceso de uniformización cultural, que acaba con la identidad nacional y local propia de cada región del mundo. Además, pone los medios de comunicación, que son los responsables de la formación de la conciencia moral del ciudadano en manos de muy pocos con unos mismos intereses.
Podría sacar mil datos estadísticos que pronto serían olvidados, pero apuntándome a la moda del "storytelling" voy a contarles casos reales para que vean que ésto de la globalización les afecta directamente:
******* de 40 años es un padre de familia que antiguamente trabajaba en una fábrica de automóviles. Fué despedido cuando dicha factoría recortó plantilla, la debacle se advertía con las anteriores bajadas de sueldo pero nunca había pasado nada así. Ahora se debate entre ser pobre, gracias a la pensión por desempleo y pasar hambre sin ella. Porque encontrar trabajo "se ha vuelto imposible con tanta emigración dispuesta a ser explotada".
******* es autónoma. Posee un negocio familiar hostelero, que no da para más. Las deudas acechan pero los clientes advierten "el poder adqiuisitivo de España ha bajado en los últimos 15 años". Hasta ella misma te dirá si la preguntas "antes las cajas eran mucho más numerosas a pesar de la enorme subida de los precios". Ahora está buscando (pluri)empleo pero no tiene esperanzas de encontrarlo.
Estas dos historias son ilustrativas de los efectos de la globalización, tanto el desempleo como la pérdida de poder adquisitivo son notables en países como España, a medio caballo entre la élite mundial y el tercer mundo.
No es cuestión de ser capitalista o anticapitalista, es cuestión, más bien, de saber calcular la magnitud de los nuevos fenómenos que parecen haber irrumpido en el panorama sociopolítico actual.
Si no sabemos como frenarla o, como poco, suavizar sus efectos puede estallarnos en toda la cara como ya pasó en 2009 con la crisis. Algo hay que hacer para no vivir toda la vida en recesión.