No es la primera vez que me pasa algo así, ni será la última, de hecho, podría volver a ocurrir mañana mismo. La falta de control en la Administración Pública junto a la injusta permanencia del contrato de los funcionarios, que debería ser rescindido mucho más a menudo, han hecho de España una casa de putas (perdoneseme la expresión) peor organizada que las obras de la M-30. La corrupción ha ganado la partida a la eficacia, el nepotismo a la excelencia laboral.
Buscando en los archivos y documentos históricos uno puede encontrar auténticas perlas de otros siglos cuyo contenido filosófico, moral o doctrinario está hoy de rabiosa actualidad. No ha mucho que empecé a buscar artículos de Mariano José de Larra por Internet, y me encontré con una gran variedad de temas más de moda ahora que en su siglo; La corrupción, la vagancia, el absolutismo, el catolicismo exacerbado etc..
Lo más característico de este autor y por lo que es famoso internacionalmente es por criticar a la españa del siglo XIX, especialmente a los trabajadores y políticos corruptos y holgazanes. "Vuelva usted mañana" es una frase que esgrimió contra la ineficaz e improductiva administración española, un dechado de vergüenza con la que los políticos de entonces tenían que cargar.
Larra hoy, como articulista, tendría más trabajo que nunca, debido a que estos problemas, lejos de solucionarse se han multiplicado y van en progresión geométrica.
Ayer mismo fuí a la Administración a hacer papeleos y, aún sin cola, tuve que esperar dos horas para que me atendiera alguien. Se ve, según me contó la gente que estaba allí que esa oficina había estado todo el día cerrada porque no había nadie que atendiera.
En seguida, me puse a darle al cacúmen y a reflexionar sobre los posibles motivos de tal descalabro, el que más me convienció fué el de que el empleado en cuestión no hubiera podido venir, y claro, como queda "muy mal" subir los impuestos para contratar suplentes, el ayuntamiento habría caído en la prevaricación, y, todos los que están allí seríamos las víctimas "de la crisis", o más bien de la tacañería de las administraciones públicas.
El caso es que, pasado el periodo ya citado y con mis cavilaciones hechas, me atendió una señora que no parecía preparada para tal puesto, seguramente sacada de cualquier otro, que no me dió ninguna explicación (ni pidiéndosela) sobre lo que había pasado, y, para más inri, recibí una de las peores atenciones que he recibido en mi vida, teniendo que volver el día siguiente a arreglar lo que debía.
No es la primera vez que me pasa algo así, ni será la última, de hecho, podría volver a ocurrir mañana mismo. La falta de control en la Administración Pública junto a la injusta permanencia del contrato de los funcionarios, que debería ser rescindido mucho más a menudo, han hecho de España una casa de putas (perdoneseme la expresión) peor organizada que las obras de la M-30. La corrupción ha ganado la partida a la eficacia, el nepotismo a la excelencia laboral.
Los funcionarios reciben una formación pocas veces acorde con los puestos que van a desempeñar, además, es muy frecuente el "enchufe" laboral en las empresas públicas. No pasan los mejores ni los más trabajadores sino los que más contactos tienen, y eso trae sus consecuencias.
La situación de la administración, no sometida, prácticamente a controles ni a revisiones o inspecciones parece digna de una novela de cualquier autor del Naturalismo español, siglo y medio después de Larra seguimos sin esperanzas de ver en un futuro una españa bien dirigida y gestionada.