Si, señores míos, me siento español, aunque alguno me pueda acusar de "facha", es lo que siento, y por mucho que los gudaris catalano-vascuences puedan manipular las leyes no podrán manipular los corazones de la mayoría de los españoles, rebosantes de patriotismo, (si, no me he equivocado) es decir, para legos y estudiantes de la eso, sentimiento del que ama a la patria y quiere lo mejor para ella.
Más de uno habrá quedado anonadado con estas declaraciones, sabiendo que proceden de una mente de izquierdas y pensamiento progresista, pero es una verdad pura y dura. A pesar de mis raíces castellanas y madrileñas no voy pidiendo quimeras estúpidas como la "independencia" de mi tierra. Llevo en el corazón a mi comunidad y con eso se me antoja suficiente.
A pesar de la desastrosa educación, mal casi endémico de nuestras tierras, y nuestros políticos, principales causantes de que gran parte de la población se averguence de nuestros colores nuestra patria disfruta de muchísimas cosas buenas por las que presumir en todo el mundo.
Somos mundialmente conocidos por nuestro clima, somos líderes en Turismo, somos un referente mundial en Deportes, estamos entre los primeros en servicios sociales etc
Antes de que nos consuma este imperialismo globalizador procedente de los Estados Unidos, o de que nuestro nacionalismo patriachiquero nos deje reducidos a la mitad de nuestra extensión debemos defender lo nuestro con vehemencia y honor, porque no lo olvidemos, somos españoles y tenemos una identidad y unas costumbres que nos unen.
El nacionalismo es uno de los peores inventos de la modernidad, el causante directo de la primera guerra mundial, uno de los propulsores de la segunda y el artífice del desmembramiento de la Gran Yugoslavia, antiguamente tan bien comandada por el general Tito. Un concepto artificial que no comenzó a popularizarse en España hasta que la burguesía proteccionista catalana comenzara a pedir atribuciones autonómicas. Una ideología que ha desembocado en un independentismo apoyado por los principales políticos de nuestro país y que no trae nada bueno.
Tal es la servidumbre de nuestra infame clase política a estas ideas, que en las constituciones autonómicas comienzan a figurar los terminos "nación" y "nacionalidad" para definir a las regiones en las que ha arraigado el separatismo. El gobierno se disculpa aduciendo que situandose tal nomenclatura en el prólogo no tiene valor legal, pues yo digo que el epílogo es el alma de la constitución y que el hecho de que tal denominación se comience a utilizar a nivel jurídico y periodístico de manera lícita es el primer paso para separar definitivamente a estas comunidades del ente nacional.
La re-redacción de 14 artículos no son suficientes para corregir el desmadre de la constitucion catalana, que otorgará plenos derechos nacionales a este territorio.
Y es que, muy señores míos, esta infamia llega ya hasta los medios de comunicación donde se ha instalado una especie de sub-lenguaje políticamente correcto en el que expresiones catalanas han sustituido ya definitivamente a sus homólogas españolas, ya no se habla de "cataluña" sino de "catalunya", esto afecta a otros topónimos de gran importancia como "lleida-lérida" o "Gerona-Girona". También los cargos sufren grandes modificaciones, así no se habla en televisión de "Presidente de la Generalidad" sino de "President de la Generalitat". Es como si un diario español comenzara una crónica de la siguiente forma. "El presidente visitará los USA para entrevistarse con "the president of the united states". Totalmente ridículo, pero cuando se traspasa la barrera de la corrección política nadie se atreve a cuestionarlo.
Yo, personalmente, no dejo que catalanismos de tal calibre parasiten mi redacción al escribir, del mismo modo que no doy preferencia a los anglicismos, pues es bien sabido que en mi comunidad si que hay libertad para escribir en la lengua que me salga de la bisectriz.
Pero que quieren que les diga, a pesar de esta absurda corrección política que toca los temas nacionalistas o los de "género y génera" me sigo sintiendo español y mi ideología es algo que no me podrán arrebatar nunca.